Consecuencias de la psoriasis: el impacto psicológico

Las consecuencias de la psoriasis a nivel psicológico suelen ser importantes. Las lesiones aparentes, la presencia casi sistemática de escamas y el picor estigmatizan y aíslan a las personas con psoriasis. Combatir la psoriasis es una lucha constante, una lucha agotadora y extenuante, donde los resultados obtenidos a veces son decepcionantes. Como resultado, aparecen una serie de trastornos psicológicos, como la pérdida de autoestima y la confianza en uno mismo.

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Contenido

Aprende a vivir mejor con psoriasis

Dificultades para relacionarse

La dificultad para relacionarse es una de las consecuencias de la psoriasis más frecuentes y afecta a todos los tipos de vínculos, tanto sociales como profesionales, familiares, amistosos y amorosos. La ansiedad, el estrés y la depresión también pueden asociarse con la psoriasis. En algunos casos, se desarrolla un comportamiento adictivo con respecto al tabaco, el alcohol u otras drogas. Esto es muy negativo, no solo para la persona, sino también para la enfermedad, ya que sustancias tóxicas como el alcohol y el tabaco son factores que favorecen los brotes de psoriasis.

Trastornos psicológicos como consequencia de la psoriasis

Los trastornos psicológicos relacionados con la psoriasis pueden aparecer a cualquier edad, independientemente de la gravedad de la enfermedad, aunque los casos más graves se ven más afectados. En ocasiones estos trastornos psicológicos ya están presentes y la enfermedad de la piel los agrava. Desafortunadamente, el impacto psicológico de la psoriasis sigue subestimándose, tanto por el público en general como por las personas directamente afectadas, es decir, el enfermo y su entorno cercano.

La mirada de los demás

Podemos percibir en los demás un aire de interrogante, o incluso malicioso o lleno de piedad. ¡Y esto no es de mucha ayuda a la hora de sentirse mejor con uno mismo! Algunas miradas se vuelven difíciles de soportar, así que preferimos evitar ciertas situaciones, para no tener que justificarnos, explicando por qué tenemos la piel roja o por qué nos rascamos.

Ante esta situación, solo nos queda una solución: romper el aislamiento y hablar del tema para salir del círculo vicioso en el que corremos el riesgo de encerrarnos poco a poco, entre la psoriasis que aparece y el estado de ánimo que flaquea. Hablar con nuestros seres queridos, con profesionales de la salud o con otros miembros de una asociación de pacientes es útil para aprender a vivir con las consecuencias de la psoriasis a diario . Apoyarse en todas estas personas ayuda a entrar en un proceso de aceptación de la enfermedad. Esta aceptación, también llamada resiliencia en psicología, puede incluso tener un impacto visible en los síntomas y mejorar la calidad de vida.

En cambio, asociar psicología y psoriasis en una misma frase no significa que la psoriasis sea una enfermedad de tipo psicológico o psiquiátrico. No está “en la cabeza”, sino en la piel.