Los tratamientos tópicos o locales, es decir, las cremas, las pomadas y otro tipo de geles, se utilizan muy a menudo para aliviar la psoriasis. Suele ser el primer tratamiento recetado por el dermatólogo. No todos los tratamientos son equivalentes, hay varias categorías de tratamientos tópicos para la psoriasis.
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Es la clase terapéutica más común y más eficaz para tratar las enfermedades inflamatorias de la piel como el eccema o la psoriasis. Los dermocorticoides son conocidos y reconocidos desde hace décadas, pero su mala fama hace que su consumo sea bajo. Es cierto que pueden acarrear efectos secundarios, como el adelgazamiento y la fragilización de la piel, la aparición de estrías... Pero se trata de efectos muy raros que no aparecen si el tratamiento se aplica siguiendo la receta del médico.
Solos o asociados con dermocorticoides, los derivados de la vitamina D actúan principalmente en la diferenciación de los queratinocitos. Pueden causar una irritación cutánea al iniciar el tratamiento, ¡pero esto no debe ser un motivo para interrumpirlo!
Entre las demás clases disponibles para el tratamiento tópico para la psoriasis , cabe destacar los retinoides tópicos, los queratolíticos y, por supuesto, las cremas hidratantes. Todos estos métodos son muy recomendables en sustitución de los diversos tratamientos locales para aumentar su tolerancia y espaciar los brotes de psoriasis.
Los tratamientos tópicos para la psoriasis no suelen ser muy apreciados: requieren tiempo, tienen unas texturas poco agradables, resulta complicado vestirse o maquillarse después de aplicarlos, parece que no funcionan, cansa llevar meses o incluso años usándolos... Y sin embargo, resultan ser un tratamiento eficaz y suficiente en numerosos casos de psoriasis ligera a moderada.
Al mismo tiempo, es imprescindible comprender bien los beneficios de cada producto, de cada textura y de cada ritmo de aplicación, para adherirse al tratamiento con total serenidad y notar con bastante rapidez una mejora en el estado de su piel.
